Por: Yoiss Sánchez
La libertad de pensamiento presume que todos los seres humanos tienen derecho a manifestar todas sus creencias y no pueden ser juzgados por su forma de pensar. Esto sugiere que es viable hacer investigaciones, acceder a la información y transmitirla sin obstáculos.
Cada 20 de septiembre, se celebra el Día de la Libertad de Expresión y de Pensamiento, el cual es un derecho fundamental que se encuentra determinado en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en las constituciones de los países que acogen sistemas democráticos. De esta última, se deriva la libertad de imprenta y de prensa.
Además, comprende la libre difusión de las ideas, tal y como sucedió en la época de la ilustración. Los filósofos Montesquieu, Voltaire y Rousseau rescataron que el desacuerdo incentivaba el progreso de las artes y las ciencias, así como la verdadera participación política.
Por otro lado, la libertad de pensamiento, de conciencia y religión está basada en que todos los seres humanos pueden exteriorizar sus creencias y ejercer libremente los cultos que no vayan en contra de la moral, las buenas costumbres o el orden público.
Es conveniente subrayar que los derechos mencionados indican que ninguna persona puede ser susceptible a medidas que restrinjan sus libertades. No obstante, en muchos países se estableció que estas deben estar sujetas a ciertas limitaciones ordenadas por las leyes.
Finalmente, el respeto a la Libertad de Expresión y de Pensamiento se encuentra en la existencia de opiniones distintas, que defiendan a la postura en sí misma, para evitar que esta se transforme en un prejuicio sin justificación.
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